El sector de la automoción vive un intenso debate en torno a la electrificación, que levanta opiniones contrapuestas. No es una cuestión a tomar a la ligera. De hecho, la Unión Europea ha fijado para 2035 el hito para matricular vehículos cero emisiones en sus estados miembro y la gigantesca maquinaria de fabricación de vehículos se orienta para alcanzar este límite, marcando el paso de las marcas, sean estas europeas, americanas o asiáticas. Todas trabajan en esta línea y quizás la mejor manera de visualizar su apuesta, está en los lanzamientos publicitarios de los nuevos modelos, donde la electrificación es el argumento principal.
Pero la realidad no acompaña, especialmente en España. Así lo pone de relieve el Barómetro de Electromobilidad trimestral de ANFAC, que es el único estudio que conocemos, que presenta indicadores orientativos hacia esta transición, como si fuera una brújula. La lectura es contundente: avanzamos claramente en número de unidades e instalación de puntos de recarga, pero lo hacemos por debajo de los objetivos previstos.
De hecho, hoy ya conviven por nuestras carreteras eléctricas y de combustión y esto significa que la parte de la oferta -que recae sobre las marcas- ya está disponible y, además, si repasamos la oferta de mercado veremos que ésta presenta mejoras continuadas que se traducen en mayor autonomía, menores costes de mantenimiento y uso, y una convergencia en el precio de compra. Todo ello, visualiza la buena acogida de las ayudas con el número de solicitudes, pero también que los pagos van demasiado lentos.
En definitiva, todavía en esta transición no podemos dar por bueno la frase de «al rey muerto -referido al motor de combustión-, larga vida al rey – referido al eléctrico-«. Una frase que tomaba sentido porque quería evitar alargar las transiciones. Pero que, en nuestro caso, todo parece indicar que el hito de la electromovilidad será largo y complejo. Paciencia.