La reforma de la Vía Layetana revolucionará la movilidad de Barcelona y es un reflejo de lo que quiere la alcaldesa Ada Colau y sus socios de gobierno. Básicamente, se transforma esta arteria vial con el objetivo de que sea un lugar cómodo para pasear y comprar y que una los barrios del Gòtic y la Ribera. Se configura como un espacio pensado para peatones con cuatro metros de ancho, accesible para el transporte público y la bicicleta. Ésta es la pretensión del proyecto que, sin embargo, tiene importantes puntos en contra.
Problemas derivados
Lo primero es quese ha diseñado contra el vehículo privado y se hace eliminando la subida de vehículos privados y de bajada, reduciéndolo a la mínima expresión. Actualmente, se estima que el volumen de tráfico es de 47.400 vehículos que ya no podrán pasar por ahí, lo que provocará problemas de movilidad para los usuarios.
El segundo es que la Via Laietana atraviesa el casco antiguo de Barcelona y por eso es una arteria clave. Pacificada la vía, las alternativas son las calles que circunvalan lo mismo, que son Ronda Sant Pau, Avenida del Paral·lel y Paseo de Sant Joan… Es lógico pensar que el tráfico se redireccionará hacia las vías colindantes.
El mayor flujo de tráfico añadirá mayor congestión y emisiones a las vías alternativas, los recorridos serán más largos, los tiempos también y la velocidad media disminuirá. Todo ello comportará una pérdida de movilidad global y de interconexión con el resto de la trama urbana. Nos preguntamos si alguien ha contrastado las opiniones de los residentes de estas zonas con los residentes y comerciantes favorecidos por la reforma.
La Barcelona de Colau rompe con la filosofía del Plan Cerdà,un plan que canalizaba el flujo de tráfico por una red de vías homogéneas y capilares, fácilmente accesibles desde fuera de la zona. Ahora, cada barrio es una isla, mejor dicho, una superisla.
Desde el Gremi del Motor, prevemos un gran impacto en el tejido comercial, social y cultural de la zona. Las dificultades de la nueva movilidad transformarán a los locales de la zona, que derivarán a la restauración y turismo. Y acelerará la gentrificación porque esta rehabilitación provocará el desplazamiento de los vecinos con el poder adquisitivo por otros recién llegados.
A la hora de escribir estas líneas, no disponemos de un estudio que valore el impacto en la movilidad de la metrópoli, en la economía ni en el movimiento logístico de mercancías. Pero los experimentos previos de este consistorio sí están analizados, desde estudios de la movilidad hasta el propio RACC: el éxito no es el previsto en ninguno y el malestar de los vecinos es el primer síntoma.
En definitiva, nos encontramos con un proyecto que, sumados a otros en curso que penalizan el uso del vehículo, es una herramienta útil para solucionar el problema que sufre el transporte colectivo y lo hace penalizando las alternativas de movilidad y frenando la libertad de elección de los ciudadanos. En lugar de hacer los deberes para mejorar de forma intensiva la funcionalidad y la confortabilidad del transporte público, lo que se hace es penalizar a los usuarios limitando su capacidad de elección sin dar alternativas.
El Gremi del Motor del Motor se opone, pues, a este proyecto de reforma, por su impacto negativo para muchos ciudadanos y empresas de nuestra ciudad y del país.