Después de todo los obstáculos que hemos pasado, podemos decir que hemos cerrado un 2021 para olvidar… Vamos, como en el 2020. Y ahora, miramos al futuro: afrontaremos el 2022 con una experiencia de imprevistos que nos han hecho más fuertes. De esta forma, deberemos ir haciendo frente día a día, ya que la pandemia o los síntomas de la variante ómicron, están a flor de piel y conviven con nosotros. No nos engañemos, es un peligro constante y debemos asumirlo.
Si sumamos todo lo que arrastramos y todavía durará este 2022, como por ejemplo la crisis de las materias primas, el incremento de los costes energéticos, las restricciones a la actividad social, las incidencias laborales provocadas por la pandemia y la falta de mano de obra… La productividad de las empresas se complica. Esperamos y deseamos que, poco a poco, este 2022 nos traiga la recuperación y la normalidad para que en 2023 podamos ver la luz.
Por otra parte, hay que estar más unidos que nunca ya que los políticos no nos lo ponen fácil y deberemos trabajar, ¡y mucho!, para hacernos escuchar y que propongan soluciones factibles en todo lo posible por los empresarios. En definitiva, necesitamos gobernantes que presten atención y sean propositivos con el objetivo de buscar soluciones a las necesidades de las empresas.
En paralelo, también deberemos afrontar una negociación colectiva, acompañada de la reforma laboral, con un IPC disparado que no nos ayudará nada… En definitiva, hay que estar preparados para sobrevivir a este 2022. Me remito al principio de esta editorial: con todas las incertidumbres, pero con unidad y una Patronal fuerte acabaremos saliendo adelante, resistiendo y volviendo a la soñada normalidad.