Resulta difícil pronosticar la evolución de los desplazamientos urbanos e interurbanos en número y medio de transporte debido al gran número de factores en juego, destacando las condiciones económicas, tecnológicas sociales, medioambientales o de oferta disponible.
Existe una opinión generalizada que considera que el número de desplazamientos aumentará, sobre todo si partimos de la base de que la población mundial crece y porque la movilidad es clave en el progreso económico. Su trascendencia se traduce en un interés por parte de todas las instituciones públicas por ordenarla desde su área de competencia… Y más allá. El hecho de que la movilidad, como concepto, es totalmente transversal, afecta a muchas áreas de gobierno y, con demasiada frecuencia, se traduce en la adopción de medidas contradictorias.
A día de hoy, una vez superadas las elecciones locales, el Ajuntament de Barcelona inicia la planificación de la movilidad 2025-2030. Lo hace abriendo la participación a la ciudadanía, movilizando a personas y colectivos para que digan la suya. Un ejercicio bien intencionado y necesario; verme qué sale de aquí porque la suma de aportaciones y sugerencias no da ningún resultado realizable. Por el momento.
También el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) planifica la nueva movilidad ordenando el transporte de mercancías, las motocicletas compartidas o la disposición de puntos de recarga de acceso público, entre otras muchas cuestiones. Pero también desde el urbanismo, regula la movilidad y promociona el transporte público en detrimento del vehículo privado.
Por parte de la Generalitat de Catalunya, coincidiendo con la convovatoria de elecciones anticipadas el próximo 12 de mayo, queda interrogando el Decreto del Plan de Calidad del Aire que, según afirman diversas entidades municipales y metropolitanas, invaden sus competencias y que, al prohibir la circulación de vehículos sin etiqueta o con etiqueta B, penaliza a poblaciones que representan a la mitad de la ciudadanía de toda la metrópoli.
Podría seguir haciendo referencia a las medidas emprendidas a nivel estatal o comunitario, pero considero suficientemente desarrollado el mensaje que quiero dar de profusión de regulaciones a menudo contradictorias entre ellas, para pasar a la siguiente consideración, en la que quiero poner de relieve los grandes avances y retos que se abordan desde la automoción.
La enorme demanda de vehículos desde hace décadas pone de relieve su éxito abrumador como la victoria de Pogacar en la Volta de Catalunya. Un éxito que se debe, básicamente, por su versatilidad de usos y funcionalidades, por ser una solución apta para ir de origen a destino para cualquier distancia, por su capacidad para transportar a personas de todas las edades confortablemente, así como mercancías, y para prestar todo tipo de servicios profesionales.
Un país como el nuestro no puede explicarse sin considerar la aportación de la automoción en términos de empleo, actividad económica, en investigación y exportación, así como en la prestación del servicio a la ciudadanía ya las empresas. Somos un país que juega en la primera división en la liga de la economía mundial por su capacidad productora y exportadora, además de ser un mercado abierto a la competencia coreana, asiática y americana.
La nueva movilidad va forjando su nuevo camino y la automoción, que propone soluciones de movilidad aptas para toda la ciudadanía y las empresas, sin duda tiene mucho que ofrecer -y también en corregir sus externalidades negativas-, en bien de todos y todas.