Los turismos con etiqueta B amarilla representan a uno de cada tres del parque móvil. Si lo miramos en porcentaje absoluto, tenemos un 36% en el caso del parque móvil catalán y un 32% a nivel nacional.
¿A quién afecta?
El alcance de la etiqueta amarilla es muy amplio porque afecta a los turismos y vehículos comerciales ligeros gasolina con Euro 3 matriculados hasta 2005, a los diésel con Euro 4 matriculados hasta 2009 ya los dieseles con Euro 5 matriculados antes hasta septiembre de 2015.
Este espectro tan amplio consideramos que debe segmentarse porque afecta a tres tecnologías de motor diferentes, categorizadas con las normativas Euro 3, 4 y 5. Y también por el tiempo, por el año de matriculación.
La importancia de los años
Y es que el año de corte de los vehículos con motor gasolina euro 3 es de 2005 (hace 17 años), los vehículos diésel con normativa euro 4 es de 2009 (hace 13 años) y los modernos diésel con normativa euro 5 es de septiembre de de 2015 (hace 7 años). Se da la circunstancia añadida de que existe un número indeterminado de vehículos que se comercializaron en los años 2016 y 2017 como restos de serie, por lo que los titulares de estos vehículos se encuentran con un importante perjuicio, sobre todo si partimos de la dato que la media del parque móvil es de 13,6 años y que la expectativa de uso de sus vehículos queda muy por debajo.
Nuestra demanda
Desde el Gremi del Motor pedimos a portales del motor, revistas especializadas, instituciones, medios de comunicación, ayuntamientos y todo aquel que quiera informar del etiquetado de los vehículos con etiqueta amarilla o verde, informen de la normativa euro del vehículo y el año de matriculación. Debemos tratar diferentes circunstancias diferentes. No podemos ponerlo todo en el mismo saco.
Porque una eventual medida restrictiva del distintivo amarillo genérica afectaría a una gran parte de la población, recortando sustancialmente las expectativas de uso de sus vehículos, causando un perjuicio a sus titulares, agravado por la pérdida de valor del vehículo. A esta situación debemos añadirle un efecto perverso en la coyuntura actual: el precio del vehículo nuevo y usado suben. El diferencial y esfuerzo económico crece y muchos titulares tienen grandes dificultades para afrontar la sustitución del vehículo. La medida penalizaría especialmente a los residentes de fuera de los centros urbanos. En el caso de Barcelona, los indicadores metropolitanos ponen de manifiesto que el flujo de vehículos internos en la ciudad, el transporte privado representa un 13,9 por ciento y los desplazamientos desde lugares más alejados un 55,9 por ciento. Son datos que evidencian que las soluciones de transporte público tienen menor uso a medida que nos alejamos del centro.